La Santa Misa es el momento cúlmen de la vida espiritual de todo fiel cristiano y no se diga del mismo Sacerdote que hace presente a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
 
Que importante es el dedicar el tiempo necesario para trasladarnos, para llegar, para estar en silencio y reflexión antes del comienzo de la Santa Misa, y así poder incluso hasta participar de la mejor manera en ella.
 
Siempre habrá la posibilidad de colaborar, leyendo alguna lectura, o leyendo el salmo, o las peticiones o recogiendo las limosnas que como ofrendas serán llevadas para apoyar las necesidades del culto propio.
 
Gracias a todos aquellos que en su interés por hacer del la Liturgia Eucarística una especial experiencia del amor de Dios en nuestras vidas, se ofrecen a ayudar al Sacerdote celebrante, en nombre de Dios, en el mío propio, les digo gracias, gracias por su tiempo, por su calidad de personas y por la generosidad de darse al servicio de la Iglesia en cualquier manera que esta sea.
 
Hoy por hoy la Eucaristía es además el llevar a plenitud la liturgia en si misma, pues en ella se viven los distintos momentos de adoración, alabanza, escucha, atención, reflexión, petición, además de recibir el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

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Demos gracias a Dios por habernos dejado en los Sacramentos, y en ellos la Sagrada Eucaristía para enriquecer nuestro espíritu y así vivir mas cristianamente la vida compartiendo todo aquello que Jesús nos vino a enseñar y a compartir con su vida entre nosotros, y hoy por hoy a través de cada uno de los Sacramentos, de manera especial, la Sagrada Eucaristía. 
 
Valoremosla, apreciémosla, amemosla, y hagámosla amar, es Dios mismos que se hace presente en nuestras vidas, y nos da la oportunidad y posibilidad de crecer en amor a El y a nuestros demás hermanos con quienes convivimos.
 
Dios bendiga nuestro continuo peregrinar aquí en la tierra, y mientras nos llama a El, alimentémonos siempre del Pan que no se acaba, en la Sagrada Eucaristía.

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Pbro. Lic. Eugenio García Siller, O.S.B.